domingo, 10 de junio de 2012

Estreno de la Roja en Gansk: Empate contra Italia

La tarde prometía, todos teníamos las esperanzas en que la Selección Española nos animara en estos tiempos con su primer partido. Una Coca-Cola, un Magnun en compañía de los amigos amenizaron el estreno de la selección en el Bar El Ruedo de Chinchón. La gente estaba ataviada con los colores de la bandera nacional para mandar ánimos a Polonia.
El comentario de todos los entendidos presentes en este bar de Chinchón, era la ausencia de un delantero. Mi amigo Roberto me explicaba que faltaba alguien decidido. El resultado fue un empate a uno de Italia y España con goles de Di Natale y de Cesc Fábregas. Sabor agridulce pero peor empezamos el mundial que terminamos ganando.
 Pero como yo no entiendo mucho de fútbol, os dejo la crónica realizada por ABC:

ESPAÑA / EUROCOPA 2012

Eurocopa 2012: España deshace el nudo de una Italia de hierro forjado

El equipo de Del Bosque se nubló en la primera parte ante la solidez italiana. A los campeones les faltó algo de chispa, pero reaccionaron a tiempo

Es Italia, y la gente se olvida de que es Italia. Craso error. Un equipazo. Claro que España es la campeona y ya no es un asunto de que se mira a los azules desde abajo, sino desde arriba, pero nunca se debe olvidar quiénes son estos. De nada te sacan petróleo, pero de nada. Del Bosque apuntaló la idea del plan B: sacó a otro pequeño y prescindió del 9 nato. Cesc a la palestra para agitar la zaga italiana, que se presumía nutrida y rocosa. Lo fue, pero no por acumulación, sino por orden, por sabiduría, por conocimiento. Es Italia, la maestra de echar candados de siete llaves. Pero también es Prandelli, que no se olvidó de que también hay que jugar, así que metió a Pirlo para las maniobras mayores.
España hizo lo suyo, pero con dos marchas menos de lo que suele hacer cuando está fina y con chispa, aunque aquí no lo está. El césped, más alto de lo debido, inestable, tampoco ayudó. A este nivel, un revólver escasamente calibrado, media marcha menos, una décima de duda, te cuesta sacar la maleta y pillar el check out.
Como se prevía a pesar de la euforia existente en la calle española, fue un partido duro, complejo. Los italianos vieron el pasar y pasar de los españoles, las permutas continuas, las salidas de Cesc para las entradas de Silva, las aperturas, la presión dominante, todo, y no movieron ni un músculo. Prietas las filas, ordenadas, comandadas por un firme De Rossi, cerró vías y abortó ocasiones, a veces con el último taco de la bota, pero siempre efectivos, con mucho oficio. Los españoles acusaron varias taras: Iniesta lejos del área, Busquets un tanto descolocado, Arbeloa neutro y Jordi Alba con muchos problemas ante la bala que es Maggio. Muchos pinchacitos como para estar tranquilos. Y luego arriba se tiene la sensación de que los pequeños se piensan tan buenos que creen que si no se meten con el balón en la portería el gol no vale. Solo hubo tiros desde el área pequeña, casi sin solución, pero tapados siempre por los rápidos zagueros azules.
Y luego Cassano, que ni ictus ni niño muerto. Parece una bola de billar pero entiende este juego como nadie. Todo lo que tocó hizo arquear la ceja a Casillas, que mantuvo al equipo en momentos muy crudos con su santería hbitual. Al lado de Cassano, Balotelli a su lado parece un jugador de futbolín, presto para el aplauso de la galería y poco más.
Unos y otros apretaron los dientes en la segunda mitad. Se vieron con opciones y se dejaron el alma en cada balón. Un partido de los grandes. La contra italiana contra el toque español. Juego directo ante el mareo de la perdiz que acaba mareando a la perdiz. Unos y otros buscaron en el rincón del armario y Prandelli encontró tesoro en Di Natale, que tiene más olfato que un oso hormiguero. La primera conexión entre Pirlo, que sería buenísimo aun jugando con bastón, y Di Natale acabó en la red española. Tres minutos tardaron en contestar los pequeños. Se miraron Silva y Cesc y el sublime toque del canario con la resolución del catalán igualó el marcador.

Toma y daca

Se jugaba en serio, muy en serio, partido de elite, con unos y otros mordiendo canillas, encimando, sin una sola concesión a la galería. España vivía arriba de la fantasía de Iniesta, que estuvo colosal, mientras que Italia buscaba como loca a Pirlo, que daba templanza, serenidad y lo veía todo a su alrededor, hasta la crianza de las arañas.
Los de Del Bosque la tuvieron a la contra, cuando Italia ya no podía más de tanto correr para equilibrar la técnica española. Pero Torres lo falló todo, se encontró con mucho, pero no tuvo la serenidad suficiente para cerrar el partido.
Casi al final, ambos dieron por bueno el resultado. Aún lo intentaron, sobre todo España, pero se veía que ambos habían cogido miedo al contrario, sobre todo los italianos, que decidieron calentar motores y piernas españolas, ya claramente jugando a lo suyo, a la antigua, a cerrar el partido con ese empate que le sabe a gloria ante la campeona.
España fue de menos a más. Se le ve que le falta ritmo, que aún tiene que engrasar la maquinaria y ajustar algunas piezas. Lo mejor es que cuenta con Iniesta y que si logra enlazar con sus amigos pitufos todo el juego ofensivo de España se envenena y se mete en todos los orificios del rival hasta envenenarlo.
Aún con esta Italia rocosa, dura y al cien por cien, y esta España algo menor, con menos chispa y frescura, la que estuvo más cerca del triunfo fue la campeona. Se atascó ante un gran rival, pero su juego sigue prometiendo grandes cosas.

SS. AA. RR. los Príncipes de Asturias acompañaron a la selección en
su primer partido



Ficha del partido





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